Este vegetal rojo y jugoso, que técnicamente es clasificado como fruta, es uno de los productos más conocidos, esenciales y queridos de la canasta familiar a nivel mundial. Aunque su camino a lo largo de la historia no fue fácil y estuvo lleno de conceptos erróneos y obstáculos, finalmente, en los últimos siglos, esta planta sudamericana logró cultivarse por todo el mundo, convirtiéndose en un ingrediente indispensable y uno de los más populares del mercado.
Gracias al mejoramiento el tomate salvaje, logró cambiar sus características, llegando al tomate que conocemos hoy en día: muy nutritivo, lleno de vitamina A, C, E, antioxidantes y más.
Se desconoce el origen exacto de la planta de tomate, aunque se especula que evolucionó a partir de la planta prehistórica Nighshade hace millones de años en América del Sur (junto con la patata, el tabaco y los chiles) y se movió lentamente hacia el norte hasta que fue domesticado en las tierras de Mesoamérica entre México y el norte de Costa Rica. Esta tierra fue el hogar de varias sociedades precolombinas avanzadas que florecieron allí hasta la llegada de los europeos en la era del descubrimiento.
Durante el año 500 A.C., una de esas culturas logró domesticar el tomate e integrarlo en su cocina. Esa cultura era azteca. A partir de ese momento, el tomate se extendió lentamente por el centro y Sudamérica, dónde se usó como alimento, pero también, en algunos lugares, como alucinógeno (un uso que más adelante causará muchos conceptos erróneos sobre este vegetal).
El primer contacto europeo con el tomate vino con Cristóbal Colón quien posiblemente lo encontró en 1493, pero fue el conquistador español Hernán Cortés quien primero vio el potencial de esta planta en la ciudad azteca de Tenochtitlan y llevó sus semillas a Europa. Allí, viendo que el tomate podía crecer sin problemas en un clima mediterráneo cálido, el gobierno español comenzó a alentar su producción tanto en Europa como en sus lejanas colonias.
Sin embargo, este vegetal no llegó con una buena reputación a Europa, su mal aspecto, sabor y olor fuerte, hizo que fuera catalogado como un producto peligroso para la salud y hasta venenoso. Durante la época Elizabetiana, gran parte del pueblo inglés creían que su color rojo era una señal de alerta de que era una fruta venenosa.
Ya en la década de 1540, el tomate comenzó a producirse en los campos españoles, y se usaba regularmente como alimento común a principios del siglo XVII. Otros países europeos no adoptaron el tomate de inmediato. Por ejemplo, a pesar de que la nobleza italiana y los científicos descubrieron el tomate de 1548 (que ahora es famoso por su industria del tomate y la salsa de tomate), lo usaron solo como fruta de decoración de mesa hasta fines del siglo XVII y principios del siglo XVIII. Ha finales del siglo el siglo XIII los Europeos continuaban con la desconfianza hacia esta especie. A pesar de ello, atesoraron su belleza y experimentaron con el mejoramiento, logrando crear tomates de muchos colores y formas.
El tomate recibió un destino similar en Inglaterra, donde se introdujo en 1597, pero siguió siendo visto como poco saludable, venenoso y no apto para comer en este país y sus colonias de América del Norte. Sin embargo, esto cambió a mediados del siglo XVIII después de muchos avances en el tema de mejoramiento en España e Italia.
A principios del siglo XIX, el tomate finalmente llegó a Asia, bajo la guía del cónsul británico en Siria, John Barker, quien dirigió los primeros esfuerzos de cultivo. A mediados del siglo XIX, el tomate ganó mucha popularidad y comenzó a utilizarse ampliamente en Siria, Irán y China.
La era moderna del tomate cultivado comercialmente comenzó con los esfuerzos de Alexander W. Livingston, botánico y científico estadounidense, que dedicó gran parte de su vida a mejorar el para llegar a lo que conocemos hoy en día.
La variedad llamada Paragon, en 1870, se convirtió en un éxito instantáneo en América del Norte, con la destacada industria del tomate y la aprobación del público.
En 2009, la producción mundial de tomate aumentó a 158,3 millones de toneladas, superando el año anterior en un 3,7%. Los principales productores fueron China con el 24% de la producción mundial, seguidos por Estados Unidos, Turquía, India, Egipto e Italia.
Estudios demuestran que los altos niveles de licopenos y antioxidantes encontrados en el tomate están muy correlacionados con el descenso en riesgo de cánceres del sistema digestivo, cerviz, próstata y páncreas en los seres humanos. El tomate es una fuente natural muy rica en licopenos, una sustancia que también se encuentra en las sandías así como en las naranjas y toronjas de color rosado.
Después de viajar más de mil años, el tomate finalmente se ha propagado a los seis continentes y se ha convertido en el vegetal más utilizado en el mundo. Los tomates se encuentran entre los vegetales con los más altos niveles de potasio, vitaminas A y C, fibras, licopenos y aún proteínas. Después de la papa, los tomates contribuyeron con la mayor cantidad de nutrientes dentro de la dieta de las personas.
En la actualidad nuevas técnicas de mejora se están llevando a cabo, con el objetivo de beneficiar a los agricultores y cumplir con las necesidades de los consumidores.
Autoría exclusiva de www.vegetablefacts.net